Hoy me toca desprenderme de esa
capa protectora que suelo utilizar para aparentar que todo está bien. Yo sé que
no es así. Que aunque pintar de naranja lo que está en negro disimule la mancha
no significa que no esté debajo, y que aunque se tape una grieta con un folio,
detrás de éste la grieta siempre estará ahí. El otoño es la estación más
completa de todas, un rayo de sol de vez en cuando, y nubes apoderándose del
cielo oscureciendo las calles, días grises y días de arcoíris… Es como la fase
adolescente del año, totalmente impredecible, radical y sobretodo romántica y
enamoradiza. Es día de quitarnos las falsas sonrisas y hacer el esfuerzo de
estar realmente bien, perder el orgullo y pedir ayuda si es necesario,
cargarnos de positividad, y por encima de todo, llorar si es lo que el corazón
pide. Hoy es el día de rectificar, de pararme, sentarme, y de darle al pause un
momento a la vida para recordar esas veces en las que me han herido… Y de
recordar también como de la misma forma he herido yo a otras personas, como han
jugado conmigo y lo he pagado con otras personas… Pido perdón a todas estas
personas que han estado ahí apoyándome incondicionalmente y no he sabido darles
la importancia que tienen, porque al fin y al cabo siempre han estado ahí, y me
he acostumbrado de tal forma a ello que no pienso en la posibilidad de echarlos
en falta algún día. Hoy es día de rectificar, y aunque sea tarde, sólo quería
decir que al menos, he recapacitado y he aprendido sobre todos los daños que he
causado y que también me han causado a mí.
Sin duda, me quedo con una frase
hoy: Eres único, pero recuerda que los demás también lo son.
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