Ya es hora de que deje de
quejarme y empiece a valorarte como realmente te mereces. Sé que soy toda una
experta en ponerle pegas a todo, y cuando tengo un mal día, soy capaz de
amargárselo a cualquiera, también sé que soy insoportable, bipolar, tonta en ocasiones,
radical, imprevisible, irritable, y sobre todo muy muy sensible… Pero también
sé que te quiero con todo mi corazón, y no, no es una exageración, porque a
veces el quererte tanto me duele… Me duele en el sentido de que si tú estás
mal, yo lo estaré, que si tú te caes yo me caeré contigo, que si lloras a mí se
me parte el alma, que no puedo evitar pasarlo mal cuando sé que tienes muy
buena relación con otras chicas… Perdón amor, porque muchas veces no te mereces
todo lo que te digo, soy demasiado sensible a muchas cosas, y lo que a ti puede
resultarte una chorrada a mí me puede acomplejar de por vida… Y lo has
comprobado. No está en mi mano el dejar de reaccionar así, porque no puedo, es
superior a mí, hay cosas que me hieren hasta el punto de sentir que un cuchillo
me atraviesa el pecho, sé que es exagerada la forma que tengo de sentir algunas
cosas… Yo no elegí ser así… Y ahora, lo mínimo que puedo decirte es perdón.
A pesar de todo
esto, también sé que tengo muchas cosas buenas, y éstas se multiplican cuando
estoy contigo, si yo ya soy feliz de por sí, imagínate cuando te encontré, así,
hay miles de virtudes mías que potencias al 100%. La verdad es que me sorprende
verme escribiendo esto, sin ningún tipo de presión externa me he visto obligada
a pedirte perdón, a sentarme y a escribir de tus miles de virtudes, y de lo mal
que me comporto yo a veces…
Sigo pensando
igual que el nueve de enero de 2012, que fue cuando lo intentamos por primera
vez, cariño, no podría haber tenido más suerte al encontrarte, veo a mis amigas
a diario quejándose de que los chicos las tratan mal y que ninguno merece la
pena, y yo, sin buscarte ni pedirte, apareciste en mi vida de repente, has
sido, y serás siempre mi casualidad más bonita. Puedo decir firmemente que mi
príncipe es cada día más azul, y que en ningún momento se ha desteñido. Que más
que un novio es mi mejor amigo, una réplica de mí en el sexo contrario, una
pieza del puzle que estaba tan perdida como yo y que sin forzarnos encajamos a
la perfección. Yo nunca había hecho eso de salir con un chico sin conocerlo
antes en persona, pero contigo era diferente, yo sabía que tú eras para mí, un
desconocido muy conocido… Un desconocido con el que tenía la necesidad de
hablar a todas horas.
Después de casi
dos años desde que te conocí, puedo decir que no me queda ningún aspecto tuyo
por conocer, y que aun así, con tus miles de virtudes y tus pocos defectos, me
sigues gustando tanto como cuándo no conocía ninguno de tus defectos, es más,
creo que ahora me gustas muchísimo más que antes. Eres demasiado perfecto. Aún
no sé si soy yo que te veo así o eres tú, que simplemente no podrías ser mejor,
y es por eso que tengo tanto miedo amor mío, no me costó nada enamorarte, no
hice ningún tipo de esfuerzo y sin embargo aquí estamos, después de habernos
dado una segunda oportunidad, un año más tarde, para que luego digan que las
segundas oportunidades nunca fueron buenas ¿Eh?
No quiero que
llames a ninguna otra chica “mi vida”, necesito tenerte a mi lado para siempre
por muchísimas razones, pero la principal es que gracias a ti aprendí a ser yo.
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